Hace unos días, una amiga que dice estar convencidísima de hacerse EnergÉtica pero “es que todavía no he encontrado el momento” me llamó para resolver algunas dudas. Al cabo del rato, después de darle todos los argumentos habidos y por haber por los que una persona cabal y civilizada se tenía que hacer de la cooperativa, llegamos al económico, claro:

 -Venga, mándame tu última factura y hacemos un cálculo -le dije como queriendo salir del paso- No te prometo nada porque ya sabes que nuestras tarifas tampoco son de escándalo, que el mercado eléctrico es así de puñetero

 Al cabo de los días comprobé, con la llegada de su factura, dos cosas: una, es que todavía se pueden recibir sobres, con su sello y su dirección escrita a mano, en tu casa; el servicio postal es un lujazo y sigue emocionando recibir noticias envueltas en papel, aunque sean la fotocopia de una factura de la luz. La segunda es que, verdaderamente, el mercado eléctrico es efectivamente muy puñetero. Sobre todo para quienes lo sufren…

Con la factura en una mano y el ratón en la otra, abrí la maravillosa aplicación que ha preparado nuestro grupo de trabajo de Producción y Eficiencia para comparar nuestras tarifas con las de la competencia, y me puse a ello. Esperaba, he de confesar, que nuestra cooperativa no saliera muy bien parada de esta comparativa, pero confiaba en que los dos o tres euros de más que pensaba yo podría subir nuestra oferta, no la impidieran dejar el lado oscuro y pasarse de una vez a EnergÉtica.

Mi amiga tiene tarifa de discriminación horaria, esa que tiene los kilovatios más baratos por la noche y más caros por el día; se dedica a la artesanía y su horno eléctrico consume un montón de electricidad, pero lo puede programar para hacer las hornadas por las noches. Por eso no me extrañó el alto importe de su factura; pero con lo que no contaba es que su comercializadora fuera capaz de aplicarle las tarifas que le aplicaba. En cuanto le eché el primer vistazo a su factura, la cosa ya me saltó de ojo:

 -Qué raro; no le han cargado ningún concepto adicional; ni ese seguro que he visto en otras decenas de facturas, ni el servicio de asistencia en el hogar que te colocan para hacer caja sin haberlo pedido.

¡Para qué le iban a aplicar esos suplementos! ¡Si ya le estaban clavando suficiente con los precios a los que le vendían el kilovatio! Si en el periodo de facturación de la fotocopia que me mandó, hubiera tenido el contrato con EnergÉtica en vez de con Iberdrola, mi amiga se hubiera ahorrado la friolera de 41,66 euros en solo 56 días. Más de 270 euros al año, que servidora no los gana todos los días, desde luego, como para regalárselos a esos. Solo en electricidad, y sin hacer ningún otro ajuste en las potencias contratadas, mi amiga se podía ahorrar un 26,6% de su factura de la luz al cambiarse a EnergÉtica.

Y es que desde luego los que nos hacemos de una cooperativa eléctrica, renovable y sin ánimo de lucro, no lo hacemos por ahorrarnos dinero. Pero si además de cooperar para un nuevo modelo energético, nos podemos ahorrar un dinerito, ¡miel sobre hojuelas! ¿no?…

(Santiago y sus amigas…remolonas a hacerse de Energética)
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